Hace seis años, el traslado de la familia Castillo Miguel a una nueva vivienda en Villoruela con un gran patio exterior hizo nacer en Dani, uno de sus hijos, la ilusión por decorar este espacio. «Son innumerables las horas que ha dedicado y las que sigue trabajando para tener todo tan limpio, tan cuidado, adornado con flores en esta época», explica su madre.
En las paredes destaca a primera vista una amplia zona en la que las rejas y las macetas con petunias y geranios recuerdan a los patios andaluces. Tampoco faltan aquí dos rejas originales de la casona señorial en ruinas que se derribó para construir la actual vivienda familiar y que Dani ha sabido integrar a la perfección en el patio. A su alrededor se reparten un sin fín de utensilios tradicionales, muchos de ellos relacionados con las labores del campo que el joven ha ido recopilando desde hace años y que en otros casos le han regalado algunos vecinos. Llama, además, la atención la presencia de la cigüeña en su nido, hecha también por Dani y que es todo un símbolo tanto en Villoruela como en los pueblos de la zona así como un pozo cubierto con cantos rodados.
Gran parte del patio es visible desde la calle y a medida que se avanza hacia un área más privada tampoco falta un bonito y emotivo recuerdo a los perros que han formado parte de la vida familiar, dos de ellos ya fallecidos, y que Dani ha querido que estuvieran presentes con un mural creado por el artista Kikeartmd.
Observar todos y cada uno de los elementos que integra el patio, las pinturas realizadas a mano, las flores, el pozo… merece hacerlo con detenimiento y ser conscientes del trabajo que hay detrás de todo ello y que, a buen seguro, no acaba aquí porque Daniel Castillo sigue forjando nuevas ideas que hacer realidad para que todo luzca a la perfección.