La Semana Santa de Peñaranda, que busca de nuevo su declaración como Fiesta de Interés Regional, tiene como uno de sus grandes alicientes el esfuerzo continuo de sus cofradías por aumentar el patrimonio artístico de las mismas y también por «beber» de su historia reciente recuperando algunas de las señas de identidad que les acompañaron desde su creación. Éste es el caso de la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad que en este 2025 será la primera de la provincia en recuperar la estética del tradicional palio de cajón o palio de respeto castellano.
«Este tipo palio se caracteriza por estar formado por un techo sin exorno sobre bastidor y cuatro bambalinas o faldones de forma rectangular, ornamentación de línea sencilla y cordones cortos. Es el modelo de más antigüedad, teniendo su origen en el barroco castellano y denota seriedad y austeridad a la imagen que lo porta. Se trata de una recuperación muy antigua ya que hay constancia por ésta fotografía de finales del XIX que Nuestra Señora de la Soledad procesionaba en el Santo Entierro tras el Cristo de la Cama bajo un palio de éste tipo, aunque sin estar adosado al paso», explican las responsables de la citada cofradía y el asesor artístico de la misma, el artista José Ángel Nava. «El objetivo es establecer un mensaje a través de un canal artístico que se apoye en la historia de nuestra ciudad para conformar una idiosincrasia propia», añaden.
Reseña histórica del palio
Podemos decir que el uso del palio se ha relacionado históricamente con estatus social. Principalmente proviene de medio Oriente y de Roma, cuando se representa a un emperador a quién se le quiere dar un carácter jerárquico, se le presenta bajo palio. A lo largo de la historia ha sido utilizado por grandes emperadores y en diferentes épocas como Carlos I de España y V de Alemania que podemos ver en muchos grabados. Como elemento procesional representa un símbolo de respeto de cuyo de uso sólo era acreedor Jesucristo Sacramentado en las procesiones eucarísticas de Corpus Christi. Posteriormente empezó a usarse un «palio de respeto» tras las imágenes y luego se «adosó» directamente a los pasos, concretamente a las vírgenes. El primer testimonio de una Virgen bajo palio está en Sevilla con la Soledad de San Lorenzo en 1606. Se considera que la virgen tiene que ir bajo palio porque es el primer receptáculo de Cristo, como primer sagrario donde estuvo su cuerpo.
Candelería de cera líquida
También se han recuperado la candelería de cera liquida, eliminando el sistema de focos y se han recuperado los faroles que antiguamente llevaba la virgen en el palio. “No podemos olvidar que las imágenes de culto no se hicieron para ser vistas a través de luz eléctrica, sino a través de la luz natural de la cera. La luz artificial se come la policromía y dificulta y deforma la visión y la expresión del rostro, así como la intimidad necesaria y el halo de misterio pertinente que incita a la oración” explica José Ángel Nava.
Exorno floral
La Virgen de la Soledad estrena, también, un exorno floral nunca antes visto en Peñaranda en forma cónica en sus jarras como señal de duelo y respeto por la muerte de su Hijo. Por primera vez en su historia abandona el color blanco en sus flores para pasar al color crema.
Estrenos en el atavío
Dentro de la profunda renovación que la nueva junta de gobierno está llevando a cabo en el paso y en su imagen titular, también destaca la recuperación de la simbología de la Soledad volviendo a portar este Viernes Santo en sus manos la corona de espinas y los clavos, símbolos de la Pasión de Cristo que representan la ausencia del Hijo que ha muerto. La Virgen estrena también un manto de terciopelo liso de 4,5 metros de boca x 3,9 metros de cola rematado en encaje de concha de 5 centímetros que simboliza la pureza de María y dispuesto con ambas vistas caídas como señar de respeto y luto. Un encaje de tul bordado con hojarasca y motivos vegetales y florales en color marfil dispuesto en un tocado plisado y un collar de perlas colocado en aspa con caídas simétricas sujetado en el centro por un broche de plata al más puro estilo isabelino, que acentúa aún más el carácter regio de la Virgen María a través de la moda de la antigua corte castellana.