El pasado 28 de agosto se abrió en Alba de Tormes el sepulcro de Santa Teresa de Jesús; sobre su cuerpo se descubrió un curioso collar colocado sobre su cuerpo en 1760.Será colocado sobre la imagen procesional de Santa Teresa de Jesús, en la basílica de la Anunciación de Nuestra Señora del Carmen durante la novena a ella dedicada, desde el 14 al 22 de octubre, pasando posteriormente a exponerse en las vitrinas de la sala de reliquias del museo CARMUS. El collar de corazones transverberados regalado por el convento de Madres Carmelitas Descalzas de Santa Ana y San José de Madrid. Siglo XVIII.
Desde el primer tercio del Siglo XVII el cuerpo incorrupto de Santa Teresa de Jesús fue cubierto con un rico brocado, dentro del sepulcro, regalado por la infanta Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, gobernadora y soberana de los Países Bajos. Esta valiosa tela cubrió el cuerpo de la Santa durante varios siglos y se puede contemplar actualmente en las vitrinas de la sala de tejidos del museo CARMUS.
FICHA TÉCNICA
Tipología: collar.
Localización: Interior de la urna de plata del sepulcro de Santa Teresa de Jesús. Colocado sobre su cuerpo.
Monasterio de la Anunciación de Nuestra Señora del Carmen de Madres Carmelitas de Alba de Tormes (Salamanca).
Material: plata sobredorada y esmaltes.
Medidas: Largo: 55 cm. Medidas de cada eslabón: 2 x 1 cm.
Estado de conservación: buen estado de conservación.
Marcas: No tiene.
Cronología: primera mitad del siglo XVIII.
Inscripción: en los veintiún corazones que componen el collar se puede leer una inscripción que dice (para una mejor comprensión, se ha unificado la grafía y desarrollado las abreviaturas):
SERAFICA / TERESA / EN EL FUEGO / DE TU PECHO / SACRIFICAN / A DIOS / SUS CORAZONES / TUS HIJAS / CARMELITAS / DESCALCAS (sic) / DE SANTA ANA / Y SAN JOSEP (sic) / DE MADRID / Y TE PIDEN / LAS ALCANCES / DE DIOS / CANTAR / CONTIGO / LAS MISERICORDIAS / DEL SEÑOR / ETERNEMANETE.
Collar de plata sobredorada compuesto por veintiún eslabones con forma de corazón transverberado enlazados mediante engarces de plata flordelisados cubiertos de esmalte de color verde.
La pieza se encuentra depositada sobre el cuerpo de Santa Teresa, de donde se ha retirado tras la última apertura del sepulcro el 28 de agosto de 2024, si bien su presencia ya está documentada, al menos, desde 1914, la última vez que se abrió el sepulcro de la Santa, y así lo confirman tanto las fotografías que en aquel momento hizo el padre Eliseo de San José, como el testimonio recogido por José de Lamano y Beneite en su libro Santa Teresa en Alba de Tormes (cap. XXVI), donde afirma: … allí se deposita el sagrado cuerpo engalanado con preciosos vestidos y llevando al cuello un collar semejante a los de la insigne Orden del Toisón de oro…”. Obviamente la referencia al collar de esta Orden entendemos que es una licencia literaria que se permite el autor, o también porque de esta manera vincula la obra con una de las insignias que identifican a la monarquía hispana desde tiempos de Felipe I.
No obstante lo anterior, ninguna referencia al collar figura en el testimonio notarial redactado el 23 de agosto de ese año, donde se afirma que todo estaba exactamente igual a como figuraba en el acta de su traslación al nuevo sepulcro el 13 de octubre de 1760, y tampoco se menciona en la relación de objetos que dicen hallarse en su interior. Concluyendo, aunque por el momento carecemos de referencia documental que lo confirme, consideramos como muy probable que fuera en ese momento, 1760, cuando el collar fue depositado sobre el cuerpo de la Santa.
No es ese el único interrogante, por el momento sin respuesta, que se cierne sobre esta pieza. La ausencia de marcas dificulta poder determinar el lugar y el momento en el que pudo ser labrada. Para lo primero, es razonable suponer que fuera en un taller madrileño. Para lo segundo, un análisis paleográfico de la plegaria que se distribuye entre los veintiún corazones que lo forman, así como el tipo de abreviaturas empleadas, nos induce a pensar que debió ser realizada en torno al segundo cuarto del siglo XVIII. De lo que sí nos informa la inscripción de la que es portador el collar es de quién encargó este exvoto, la comunidad de Carmelitas Descalzas del convento de Santa Ana y San José de Madrid, posiblemente para hacerlo llegar al lugar donde reposaba el cuerpo de la Santa Reformadora (no descartamos que una futura consulta en el archivo de ese monasterio pueda aportarnos alguna información más precisa sobre el particular).
Esta comunidad se instaló inicialmente en una casa de la red de San Luis, y allí residieron las Carmelitas Descalzas hasta que, en el año 1611, y con el apoyo de la reina Margarita de Austria, se trasladaron a un edificio de nueva planta ubicado en la madrileña plaza de Santa Ana, donde permanecieron hasta principios del siglo XIX, trasladándose a la Calle del Conde de Peñalver. Actualmente el convento está en la calle General Aranaz, nº 58.
Aunque establecerse en Madrid fue un proyecto que Santa Teresa de Jesús no llegó a ver cumplido en vida, sin duda se trata de una fundación muy ligada a ella, no solo porque fue un sueño que persiguió durante sus últimos años (una de las últimas cartas donde trata esta cuestión está fechada el 15 de septiembre de 1582, veinte días antes de su muerte en Alba de Tormes), sino porque cuando la descalcez lo consiguió, en 1586, fueron dos personas muy cercanas a la Santa quienes lo llevaron a cabo: la recientemente canonizada Ana de Jesús, y su sobrina albense Beatriz de Ovalle.
Finalmente, y volviendo sobre el collar, todo en él parece tener una razón de ser. Para empezar, no es casual el número de eslabones que lo componen, veintiuno, pues coincide con el número de monjas recomendado por santa Teresa de Jesús en sus fundaciones. Tampoco debe sorprender que la comunidad madrileña optara por una pieza de este tipo, se trata de un objeto íntimamente relacionado con la vivencia que ella misma relata en el capítulo XXXIII de su vida, donde narra el suceso acaecido el 15 de agosto de 1561, cuando oyendo misa en la iglesia del convento dominico de Santo Tomás en Ávila, la Virgen y San José le impusieron un collar de oro, una escena, por otra parte, ampliamente reproducida en la iconografía teresiana. Por último, y no descartamos que fuera esta la razón última del encargo, en el año 1726 el papa Benedicto XIII instituyó la festividad de la Transverberación de Santa Teresa de Jesús, desde luego el motivo de los eslabones, corazones transverberados, así parece sugerirlo.
Capítulo XXXIII del libro de la vida de Santa Teresa de Jesús: “Parecióme, estando así, que me veía vestir una ropa de mucha blancura y claridad, y al principio no veía quien me la vestía; después vi a nuestra Señora hacia el lado derecho y a mi padre San José al izquierdo, que me vestían aquella ropa; dióseme a entender que estaba ya limpia de mis pecados. Acabada de vestir, y yo con grandísimo deleite y gloria, luego me pareció asirme de las manos nuestra Señora: díjome que la daba mucho contento en servir al glorioso San José… parecíame haberme echado al cuello un collar de oro muy hermoso, asida una cruz a él de mucho valor. Este oro y piedras es tan diferente de lo de acá, que no tiene comparación… Era grandísima la hermosura que vi en nuestra señora, aunque por figuras no determiné ninguna particular, sino toda junta la hechura del rostro, vestida de blanco con grandísimo resplandor, no que deslumbra, sino suave. Al glorioso San José ni vi tan claro, aunque bien vi que estaba allí… parecióme que los veía subir al cielo con mucha multitud de ángeles”.
Manuel Pérez Hernández
Universidad de Salamanca
Fotografías de Francisco Cañiza