El Centro de Desarrollo Sociocultural (CDS) de Peñaranda acoge hasta el 24 de mayo la exposición «Óleo y agua» con las obras pictóricas del madrileño Antonio Varas de la Rosa. La muestra puede visitarse de lunes a viernes, de 10:30 a 14:00 y de 17:30 a 20:30 horas y en ella hay, además, un «guiño» del artista a localidad con un par de lienzos en los que se reflejan las plazas peñarandinas.
Reseña biográfica del artista
Antonio Varas de la Rosa nace en Madrid en 1954. Desde muy pequeño desarrolla una facultad innata por el dibujo y las actividades plásticas. Más tarde decide cursar sus estudios en la Facultad de Bellas Artes de San Fernando de Madrid animado por el pintor Pedro Mozos. Termina la carrera en 1978 con las mejores calificaciones en dibujo de mancha y el claroscuro, al natural y en movimiento. Corren los primeros años 80 opositando a profesor de dibujo y obteniendo la plaza de cátedra en la ciudad de Béjar y en los que se dedica por entero a la educación como catedrático de bachillerato en el IES Ramón Olleros (1983). Crea, junto a un grupo de alumnos y acompañado del dibujante e historiador José Muñoz el grupo de dibujantes “GOTERAS”. Sus caminos se dirigen entre el cómic educativo, el teatro, la animación de alumnos y las ilustraciones, murales y carteles para el Ayuntamiento de Salamanca (1984-85).
En 1986 se plantea retomar la faceta como artista y desde entonces comienza su andadura como pintor. Su primera exposición de dibujos y las siguientes muestras, manifestaciones y premios empiezan a florecer. A sus primeros cuadros, bodegones intimistas, le continúan sus paisajes urbanos y del entorno bejarano. Más tarde conoce a un grupo de pintores de pintura rápida con los que participa y acompaña cosechando algunos premios y afianzando el concurso de Pintura rápida de Béjar.
Sus óleos, técnica en la cual se encuentra más cómodo, que en un principio están libres de personajes inician poco a poco la introducción de figuras humanas, PAISANAJES, elemento que no dejará de reflejar en sus obras hasta la fecha donde desarrollará su nueva y paralela actividad creativa, EL RETRATO. Su pintura enmarcada siempre dentro de la figuración, clara y limpia y dentro de una cierta envoltura clasicista posee connotaciones íntimamente relacionadas a modo de fusión con el impresionismo, el expresionismo y el surrealismo. Hay pinturas hechas para ser observadas; otras sencillamente para ser contempladas; y las hay que están pensadas para el disfrute y el deleite. En este último apartado se encuentra el trabajo de Antonio Varas de la Rosa.
Antonio ha conseguido hacer de su obra un canto muy personal -a veces incluso íntimo- al buen hacer creativo, a la luz al color y a la composición. Clásico en apariencia, pero muy contemporáneo en ejecución, el trabajo de este profesor de instituto recupera la esencia de los grandes dibujantes, el ímpetu de los principales impresionistas y la destreza de los buenos paisajistas para transformar su pintura en una expresión viva, fresca y honesta del realismo más auténtico. Pinta lo que cree y, por encima de todo, cree en lo que pinta. Por eso su obra transmite, emociona y convence. Su última exposición en el Centro Cultural Galileo de Madrid fue todo un éxito de crítica y público.
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