II EDICIÓN PREMIOS «MUJERES QUE DEJAN HUELLA»
Manuela González González, vecina de Babilafuente, fue hace casi 50 años una de las mujeres pioneras en formarse como profesora de autoescuela. Con apenas 22 años, en la España del año 1975, Manuela logró su sueño y a partir de ese momento, fueron numerosos los hombres y mujeres que de su mano aprendieron a conducir y aún la recuerdan por ello.
-¿Qué le llevó a convertirse en profesora de autoescuela?
-Fui la segunda mujer que di clases en Salamanca. Me preparé porque yo ya trabajaba como auxiliar administrativo en la autoescuela y siempre me había gustado. Salieron unos cursos y me animaron, y me animé yo también porque saqué antes el carnet de camión, el de primera, para poder conducir el taxi de mi padre. La mecánica a las mujeres parecía que nos asustaba pero como se me dio bien me animaron un poco y me presenté a esto. Estuvimos un curso completo de octubre a junio por correspondencia y clases particulares que nos daban la Asociación de Autoescuelas en Salamanca y después, en julio, estuve en Madrid haciendo el curso completo. En Madrid fue el examen y ya de allí vine con el título. Eso fue en el año 1975 que coincidió que era el Año Internacional de la Mujer, empezaron a hacer propaganda y fue Televisión Española porque estábamos muy cerca, en Pozuelo de Alarcón, haciendo el curso de tráfico y se ve que en Televisión querían promocionarlo y fueron allí a hacernos una entrevista. A últimos del año 75 ya estaba dando clases en Salamanca con el coche, la teoría la impartían otros. Una vez que ya nació mi hijo sólo daba clases por la mañana, por la tarde daba clases otro profesor con ese coche.
-¿Cómo fueron aquellos comienzos y cómo los compaginaba con su vida personal y familiar?
-Los primeros años lo pasé fatal, fue muy duro, muy cansado y muy estresante, era como si me examinara yo todos los días. Por suerte, tenía a mi madre que me apoyaba siempre porque me casé, luego nació mi hijo y ella cuidaba de él.
-En pleno siglo XXI seguimos oyendo la frase «mujer al volante, peligro constante» así que casi medio siglo atrás, ¿cómo se veía en la sociedad de la época que fuera precisamente una mujer la que enseñara a conducir?
– Los alumnos siempre me aceptaban e incluso me comentaban que al principio me veían muy seca y yo les decía, ‘sí, muy castellana’ pero luego valoraban que les trataba muy bien. Hombres mayores incluso de aquí de Villoria, estuvimos haciendo un curso que empezaba a darles clases a las 6 de la mañana porque luego se iban a trabajar y algunos señores muy mayores les mandaban conmigo como que no iban a sacar el carnet. Yo llevaba apenas meses dando clases y cuando aprobaban casi ni se lo creían. No noté nada el machismo en ese aspecto, solamente en una ocasión y fue en un grupo de profesores porque estaba embarazada y pregunté allí qué derechos teníamos por la maternidad. Hubo un murmullo allí, vi que uno se levantó y salió, y me dijeron ¿te diste cuenta que se salió ése? y que dijo «no aguanto este tipo de machismo que hay aquí» pero eran los compañeros, los alumnos nunca me dijeron nada ni se extrañaban de que una mujer fuera su profesora.
-¿Cuántos años ejerció esta profesión?
-Estuve en la autoescuela Salamanca siete años, luego en el paro y después atendiendo una tienda que pusimos aquí en Babilafuente. En Peñaranda también estuve dando clases.
-¿Qué era lo más gratificante de enseñar a conducir?
-Recuerdo que siempre me decían «me han suspendido» o «he aprobado» y yo respondía «tú has suspendido, no te han suspendido, no?» y repasaba con el alumno o la alumna y acababan reconociendo los fallos que habían tenido. La gente de todas formas era muy agradecida, no tuve tampoco problemas con gente que estuviera meses y meses en la autoescuela para sacar el carnet, tuve alumnos bastantes aplicados.
-Otra de sus grandes pasiones es el bordado charro, ¿no es cierto?
-Sí y de hecho, ahora estaba cosiendo. Desde pequeñita que me vistieron de charra, siempre me gustó y tenía en mente hacerlo. A día de hoy tengo bastantes trajes hechos por mí.
-¿Siente que se ha avanzado lo suficiente en materia de igualdad entre hombres y mujeres o cree que aún queda por hacer?
-Yo creo que las mujeres nos imponemos. El otro día comentaba que hubo alguna vez que pinché en la carretera y paraba la gente y me decía que si me echaban una mano porque a lo mejor no podía aflojar las tuercas y le decía, pues sí muchas gracias y una vez que me ayudaban, yo ya me defendía. Lo veían así pero yo creo que ahora la mujer se impone y veo mujeres con fuerza y poderío.
–¿Cómo ha sido la repercusión tras el anuncio del premio que va a recibir?
-La primera sorprendida fue yo, me pensé que mi vida no era para ponerla así. Ha habido gente joven que me ha dicho que lo habían comentado, por ejemplo, con su padre y a él le había enseñado yo a conducir y ellos no lo sabían. Otros me recuerdan cuando eran adolescentes y me veían con el coche de la autoescuela. La gente de aquí, de Babilafuente, sí se dan cuenta que estuve dando clases de autoescuela.