El prólogo cultural de la Semana Santa peñarandina ha tenido en esta noche de sábado su broche con el pregón del sacerdote y Delegado Diocesano de Patrimonio, Tomás Gil, en un escenario del teatro Calderón presidido por la imagen del Santo Cristo del Humilladero flanqueado por la antigua Virgen de la Soledad y San Juan. Autoridades locales, representantes de las nuevas juntas de las ocho cofradías de la localidad y sacerdotes no han faltado a un acto que ya es tradición y que ha dado comienzo con la actuación musical del grupo Quartteto.
El presidente de la Hermandad de Cofradías, Moisés Pérez, ha sido el primero en intervenir haciendo un llamamiento a las nuevas juntas de las cofradías para que «vivan en hermandad, con respeto, diálogo, tolerancia y perdón» y ha dicho que «no sólo se trata de buscar el buen desfilar o cómo engalanar los pasos sino que hay que conservar el patrimonio y huir de imitaciones que son sólo eso, imitaciones». Pérez ha hecho hincapié en que «debemos identificarnos con el estilo castellano y austero para que nuestra Semana Santa sea reconocida como Fiesta de Interés Turístico Regional» y ha invitado en este año de la oración a «orar y meditar en silencio».
El peñarandino Tomás Gil ha tomado después la palabra reconociendo que la invitación a ser pregonero «la acogí como una gracia inesperada y supone encontrarme con mis raíces» y animado a los asistentes a «dar testimonio de fe por donde vayamos». «La Semana Santa no es añorar el pasado sino dejar que Jesucristo se haga presente y todo lo que hizo para salvarnos» ha señalado el pregonero. Tomás Gil ha continuado su discurso haciendo una semblanza de la procesión del Santo Entierro, en la tarde noche del Viernes Santo, deteniéndose en cada una de las estampas que pueden contemplarse en ella: oración y esperanza, preciosa sangre, nazareno y misericordia, humildad y lágrimas, vera cruz y piedad, cristo de la cama y soledad. Tampoco han faltado en su pregón las reflexiones sobre el momento actual «en un mundo mercantilista donde lo importante no son las personas, donde los intereses, el dinero y el poder están por encima del ser humano, donde la despoblación rural sigue, los inmigrantes son mal acogidos o si lo son es para instrumentalizarlos con trabajos que no queremos, un mundo donde mucha gente ha perdido la esperanza, donde los jóvenes no encuentran futuro ni felicidad y donde estamos echando a perder la naturaleza».
Finalizado el pregón ha llegado también el momento de entregar los galardones a los poetas ganadores del Premio Nacional de Poesía, el gaditano Juan de Molina por su obra «Este Pentecostés del llanto» que logró el primer premio y al donostiarra Javier Alonso por su poema «Ecce homo».