La noche del viernes prometía en Peñaranda, a pesar de la lluvia y el frío, pero en el interior del teatro Calderón se dejaba sentir la atmósfera especial de Malevaje. Sobre el escenario, en el centro un micrófono y un taburete, a la derecha un contrabajo y a la izquierda, una guitarra y un bandeón que fueron tomando vida en la voz de Antonio Bartrina y en las manos de Fernando Gilabert y Fernando Giardini. Entre el público, seguidores del grupo desde sus primeros pasos allá por los años 80 y espectadores expectantes de escuchar a Malevaje por primera vez que se conjugaron para premiar con intensas ovaciones todas y cada una de las canciones que interpretó el grupo.
La iluminación ayudó a crear ese ambiente mágico que trasladó, como sólo puede hacer la música, a los cafés argentinos, a las voces desgarradas que evocaban amores turbulentos, a Gardel, a Troilo…para sorprender después con la ranchera de Gilabert y su contrabajo, un tango con fusión «rapera», «La vie en rose» de Édith Piaf o el «Bésame mucho» que culminó la despedida.
Malevaje llegó, venció y convenció y el público peñarandino disfrutó de un magnífico espectáculo con uno de los grandes grupos al que avalan 38 años de trayectoria y más de una quincena de trabajos discográficos.