Desde el reparto de mascarillas, a la atención a víctimas de una emergencia local: todo puede ayudar a una población que acaba de vivir una situación de alarma, y que en algunas ocasiones no requieren más que de un vecino o vecina preparado y dispuesto a ayudar con una manta, colaborando en la búsqueda de una persona desaparecida, ayudando a limpiar después de una inundación o con una bebida caliente a tiempo. Esa es la filosofía y base fundamental de los Equipos de Respuesta Básica en Emergencia (ERBE) de Cruz Roja, unos equipos dotados de herramientas que junto a su afán de ayudar y el valor extra que aporta la proximidad al lugar donde ha ocurrido un contratiempo (cercanía física, pero también cultural y del conocimiento de los riesgos existentes en la zona), consiguen materializar una ayuda de manera rápida y flexible con gran proyección, sobre todo, en lugares disgregados donde se tarda en intervenir.
En Salamanca, el trabajo de los ERBES de Cruz Roja ha sido muy destacado en el último gran incendio acaecido en julio en la zona de Monsagro. Los Equipos de Respuesta Básica de Emergencias de La Alberca, Ciudad Rodrigo, Vitigudino, Béjar y Peñaranda trabajaron en el apoyo logístico y avituallamiento a los intervinientes en el incendio, y también como apoyo a los vecinos albergados en Ciudad Rodrigo.
La coordinación de estos equipos es imprescindible para aliviar las carencias urgentes de las personas afectadas, que pueden ir desde una primera atención psicosocial de contención a la entrega de productos de primera necesidad. Los ERBEs son un elemento clave para alertar otras capacidades especializadas, al estar formado por personas formadas y conocedoras del entorno, brindan información directa y en tiempo real sobre la situación y evolución de lo que está aconteciendo.
Este componente del sistema permite prealertar o activar a tiempo los Equipos de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE) de apoyo psicosocial, albergue provisional, o rescate en el medio terrestre o acuático, entre otros.
Aunque la respuesta básica siempre ha existido, su disposición en forma de equipo es relativamente novedosa dentro de Cruz Roja, que en los últimos años trabaja en crear una herramienta formal e integrarla en los Planes Municipales de Emergencias (PEMU). Catástrofes como la borrasca de Filomena o la pandemia de la COVID-19 han puesto de manifiesto su potencial importancia y necesidad.
Los Equipos de Respuesta Básica en Emergencias (ERBE) están diseñados para ofrecer su respuesta a través del voluntariado preparado en las Asambleas Locales, Comarcales e Insulares. Se han reforzado en territorios como Castilla y León o la Comunidad Valenciana, y han iniciado su actividad en Castilla-La Mancha, Asturias, País Vasco, Galicia, Cataluña Ceuta y Murcia.
Atienden las primeras necesidades de las víctimas de una emergencia: se dan primeros auxilios físicos y psicológicos, se trabaja en la búsqueda de personas desaparecidas, se colabora en la limpieza de viviendas en inundaciones, en la atención a personas de poblaciones afectadas por un incendio, o se distribuyen productos de primera necesidad. Así ha ocurrido en los últimos meses en la búsqueda de Traspinedo, en la que Cruz Roja participó con 40 personas voluntarias procedentes de 8 pueblos diferentes de la comarca de Valladolid, en Ceuta, donde 20 personas participaron en la búsqueda de otra persona desaparecida, o en los recientes incendios que asolan el país, y en especial el centro y noroeste de la península, como por ejemplo los incendios forestales en la Sierra de la Culebra, en la provincia de Zamora, donde participaron diferentes ERBEs de la misma provincia y otras provincias de Castilla y León. Son ya más de 10.600 personas atendidas, y cerca de 900 personas de Cruz Roja movilizadas para atender a todas las personas afectadas por los incendios forestales.
Pero en el último año, también han dado asistencia a los transportistas que durante la borrasca Filomena quedaron atrapados en carretera, o han colaborado en la limpieza de casas anegadas por el agua de las inundaciones ocasionadas por una DANA en Alicante.
“Partimos de la planificación, la cercanía y el conocimiento del territorio y la población. Conocemos las redes de infraestructuras, o los peligros climatológicos y otros riesgos que nos afectan en la zona. Por eso funciona. Y los resultados se ven”, asegura José Andrés Rodríguez, presidente comarcal y voluntario de Cruz Roja en Bembibre, León. “Si hay una incidencia, estamos preparados. Siempre hay un equipo de retén, y si hay un aviso o una alerta estamos en movimiento en 15 minutos”.
Ángel García, director autonómico de Emergencias de Cruz Roja en Castilla y León también los define como “una pieza esencial y complementaria” al abanico de respuestas de Cruz Roja en una emergencia para una atención temprana y de proximidad, en especial en el medio rural, “estamos ahí desde el primer minuto. Estamos en la fase cero, cerca cuando ocurre la desgracia”.
Víctor Sánchez, técnico de la Unidad de Emergencias de Cruz Roja en Alicante señala que “salvar vidas es lo primero, pero dar asistencia social y compañía no es menos importante”. Además, sabe que “tenemos potencial, y la capacidad de llegar a más personas en el día a día, y no sólo cuando llega la emergencia sino también en la preemergencia, cuando hay avisos de vientos fuertes, o fenómenos costeros, o de un posible incendio forestal. En todas esas situaciones, podemos intervenir con tareas de prevención, igual que un socorrista de playa que no permite que el bañista nade cuando hay bandera roja”.
Planificación, vocación de ayuda y cercanía son algunas de las claves para que los Equipos de Respuesta Básica en emergencias se estén convirtiendo en una herramienta imprescindible más de ayuda ante emergencias y pequeños desastres en cualquier parte, que permiten prevenir y mitigar los efectos en las personas a nivel local, insular o comarcal.
Activación de otras capacidades especializadas
Los ERBEs son un elemento clave para alertar a los equipos de emergencias de Cruz Roja.
Los ERIEs (Equipos de Respuesta Inmediata en Emergencias) de Cruz Roja atienden las necesidades de las víctimas con una respuesta especializada; se trabaja en la búsqueda de personas desaparecidas, tanto en medio terrestre como en medio acuático; se despliegan infraestructuras temporales para dar refugio y albergue a personas, que por una situación sobrevenida y repentina, lo han perdido; se ofrece atención psicosocial a personas que hayan atravesado una situación o evento traumáticos; se da asistencia sanitaria y atención humanitaria a migrantes; o se ponen equipos de comunicaciones a disposición tanto del personal interviniente como de las personas afectadas. El voluntariado perteneciente a estos equipos cumple con un perfil curricular y profesional especializado en ámbitos como la sanidad o la atención social, entre otros.
Actualmente, Cruz Roja cuenta con 38 territorios con equipos de Albergue Provisional, 17 de Asistencia Sanitaria, 17 de Atención Humanitaria a Inmigrantes, 9 de Búsqueda y Salvamento en el Medio Acuático, 13 de Búsqueda y Salvamento en el Medio Terrestre, 12 de Comunicaciones y coordinación, y 45 de Intervención Psicosocial. Más de 16.500 personas participan en estos equipos de respuesta en emergencias.