El antiguo Palacio de los Condes, situado en el corazón del Conjunto Histórico de Peñaranda, vuelve a ser centro de atención por el avance del estado ruinoso que presenta y que se viene agravando desde hace más de una década. Los últimos desprendimientos en los techos de los soportales han obligado al Ayuntamiento a acordonar parte de los soportales de la plaza de la Constitución y preocupa, además, el tejado derrumbado en algunas partes.
El portavoz de Peñaranda en Común (PEC), Ángel Tejeda, aprovechó ayer el turno de ruegos y preguntas del pleno para denunciar la situación que presentan algunos inmuebles como el Palacio de los Condes o el de la antigua fábrica de licores en el Paseo de la Estación. La alcaldesa, Carmen Ávila, reconoció que ambos edificios «están en muy mal estado» e informó a los ediles de las últimas gestiones que ella misma ha realizado con las propietarias del Palacio de los Condes. «Hace unos días tuvimos una reunión en la que les expuse que no se puede mantener un edificio en pleno centro de la ciudad con ese grave deterioro aunque la situación es complicada y si el Ayuntamiento tuviera que hacerse cargo de forma subsidiaria del derribo y reposición del inmueble supondría una cantidad económica muy importante y cargar después el coste a los dueños sería muy difícil de cobrarlo», explicó la regidora.
Ángel Tejeda insistió en que el Ayuntamiento debe tomar otras medidas de presión como pueden ser multas coercitivas (medios de ejecución forzosa que dispone la Administración para hacer cumplir lo ordenado anteriormente en un acto administrativo mediante la imposición de multas reiteradas en el tiempo). «Esto acabará con una catástrofe o con el perjucio para el Ayuntamiento», añadió Tejeda.
Por su parte, Carmen Familiar, portavoz del PP, recordó que el Reglamento de Urbanismo de Castilla y León contempla este tipo de situaciones y que está para cumplirlo. Familiar apeló, también, a la intervención municipal confiando en que los soportales no sigan acordonados mucho más tiempo y se tomen las medidas necesarias para, al menos, evitar el peligro que supone el edificio en plena plaza.