Las Madres Carmelitas del Monasterio peñarandino de La Encarnación han cedido dos obras de su rico patromonio artístico para la exposición «Artis Momentum» que puede visitarse en el convento de San Juan de la Cruz, de Alba de Tormes hasta finales del mes de octubre. Se trata en este caso de «La transverberación de Santa Teresa» que habitualmente está en la capilla de la Virgen del Loreto y «La visión del Espíritu Santo» que preside la capilla dedicada a la santa en el templo conventual de la localidad peñarandina.
«Artis Momentum» (El arte de su tiempo) ofrece al visitante arte perteneciente a los siglos XVI y XVII de artistas coetáneos de Santa Teresa. La muestra surge como una continuación de la ya clausurada exposición “Teresa de Jesús: Mujer, Santa, Doctora” que cerró sus puertas en enero con casi 70.000 visitantes. «Eran muchas las obras de arte que íbamos recibiendo para nuestra antigua exposición y por supuesto no queríamos dejar ninguna sin exponer. Con motivo del Año Jubilar Teresiano, mantenemos este espacio especial para poder compartir con todos vosotros el arte y la historia teresiana, por ello también “Artis Momentum” permanecerá abierto hasta el 22 de octubre, pocos días después de que termine el Año Jubilar Teresiano, el 15 de octubre de 2023», explica el prior de los Carmelitas de Alba de Tormes, Miguel Ángel González.
TRANSVERBERACIÓN DE SANTA TERESA DE JESÚS
Esta pequeña imagen forma parte del rico patrimonio artístico, integrado por pinturas, esculturas, obras de orfebrería y relicarios, que el III conde de Peñaranda, don Gaspar de Bracamonte y Guzmán, regaló para el adorno y culto del convento de carmelitas descalzas construido bajo su patrocinio en su tierra natal. Buena parte de estos objetos, al igual que el proyecto para la capilla de Nuestra Señora de Loreto titular del convento, en la que ahora puede contemplarse esta obra, procedían de Roma y de Nápoles, donde residió el conde como virrey de 1658 a 1664, el mismo año en que, una vez obtenidos los permisos necesarios, se firmaba por fin la escritura de esta fundación tan deseada.
A tenor de un inventario conservado, esta escultura, junto a la de San Pedro de Alcántara y varios Niños Jesús, fue transportada a España con diversos bienes del marqués del Fresno en septiembre de 1664, y aparece documentada entre las alhajas entregadas al convento poco antes de su inauguración, del 13 de septiembre al 12 de octubre de 1669. Según Margarita Estella debió de realizarse hacia 1660, pero resulta difícil señalar su autoría porque, aunque en esos años se pagaron varios encargos a Giuseppe Maresca, por el momento no es posible identificar el estilo de este ni de otros escultores napolitanos en madera activos por entonces en la ciudad. La talla representa a Santa Teresa en el momento de la transverberación, un episodio descrito por ella misma en el libro de su vida (cap. 29, 13). Esta experiencia mística se hizo muy popular al haberse mencionado en la bula de canonización y a raíz de la interpretación que de la misma hizo Bernini en la capilla Cornaro, convirtiéndose en un tema esencial en la iconografía teresiana. Fue muy repetido en grabados y pinturas, pero son más escasas las esculturas, sobre todo en España en que se prefiere representar a la santa como escritora siguiendo el modelo creado por Gregorio Fernández.
Transverberación de Santa Teresa de Jesús Anónimo napolitano Madera policromada
112 x 59 x 43 cm
S. XVII Monasterio de la Encarnación MM. Carmelitas Descalzas Peñaranda de Bracamonte (Salamanca)
Está concebida como una escultura devocional exenta, sobre peana decorada con cabezas de querubines. Muestra una composición movida; uno de los pies calzado con sandalias se despega del suelo y el cuerpo se arquea hacia atrás, a la vez que la inclinación de la cabeza y los ojos cerrados subrayan el arrobamiento del alma provocado por el dardo de amor divino que porta un pequeño ángel en vuelo emplazado a su izquierda –tal como lo describió la santa-, mientras otro a su derecha parece sostenerla para que no caiga. La posición de los brazos, uno extendido y el otro hacia el pecho, es similar a la primera estampa del tema que ilustraba la hagiografía Compendium Vitae B.V. Teresiae a Iesu de fray Juan de Jesús María, publicada en 1609, pero la actitud de suave desmayo del cuerpo refleja sobre todo la influencia de la interpretación que del tema hizo Bernini. Manos y rostro están idealizados, mientras los pliegues de la indumentaria caen con naturalidad, si bien el escultor napolitano se permite la libertad de decorar tanto el hábito como el manto carmelitano con motivos florales a punta de pincel, lo que le da un mayor colorido. En los últimos años se han localizado en Málaga, Ávila o Madrid otras esculturas napolitanas del mismo tema, pero su cronología parece posterior a tenor del aire más barroco que presentan. Además de esta talla el conde de Peñaranda encargó a Lucas Giordano una pintura del mismo tema, de mayor calidad, que envió también al convento, como muestra de la especial devoción que tenía a Santa Teresa, a cuya intercesión atribuía el haberse curado de una grave enfermedad.
María Nieves Rupérez Almajano Universidad de Salamanca
Bibliografía
CASASECA CASASECA, A. (1984). Catálogo monumental del partido judicial de Peñaranda de Bracamonte (Salamanca). Ministerio de Cultura.
ESTELLA MARCOS, M. (2005). La escultura napolitana en España: la importancia de las esculturas a través del mecenazgo virreinal y personajes de su entorno. En M. Cabañas Bravo (ed.), El arte foráneo en España: presencia e influencia (pp. 331-345). Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
MAURO, I. (2007-2008). Le acquisizioni di opere d’arte di Gaspar de Bracamonte y Guzmán, conte di Peñaranda e viceré di Napoli (1659-1664). Locus Amoenus, 9, pp. 155-169.
RUPÉREZ ALMAJANO, M.N. (2015). Transverberación. En J.M. Martínz Frías y J.M. Parrado del Olmo (coord.), Santa Teresa, maestra de oración. Catálogo de obras (pp. 378-379). Fundación Las Edades del Hombre.
LA VISIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
En la capilla de Santa Teresa del convento de las Carmelitas peñarandinas y tal y como explica María Nieves Rupérez «claramente se quiso realzar la imagen que aquí nos ocupa, no sólo por su posición en la hornacina sobre un basamento escalonado, sino también por ser la única escultura. Santa Teresa aparece representada de pie, en marcado contrapposto, con la pierna izquierda adelantada, los brazos extendidos y la cabeza girada hacia su derecha donde sobrevuela sobre su hombro una paloma con las alas desplegadas. Viste el hábito carmelitano con escapulario y túnica marrón ceñida, bajo la que asoman los pies descalzos, larga capa blanca sujeta al cuello, velo blanco enmarcando un rostro idealizado y toca negra, que cae por debajo de los hombros en rebuscados pliegues. El tipo iconográfico presenta cierta ambigüedad. Por un lado, podría parecer que estamos ante una interpretación más de la santa como escritora recibiendo la inspiración del mismo Espíritu Santo, ya que la aproximación de los dedos índice y pulgar de su mano derecha sugiere que debía sostener una pluma ahora inexistente, pero, sin embargo, no porta ningún libro que es un atributo habitual en esta tipología. Por este motivo, cabe pensar más bien que se ha querido plasmar el llamado “Pentecostés teresiano”, una experiencia mística que tuvo la santa en la víspera del Espíritu Santo de 1565 según narra en el libro de su vida (cap. 38, 10).
Anónimo. Finales del siglo XVII
Talla en madera policromada. Medidas: 154 cm alto 54 cm fondo x 104 ancho (aproximadamente).
Localización: Convento Nuestra Señora de Loreto de Carmelitas Descalzas. Peñaranda de Bracamonte