«Es algo que sale de adentro, pensé en ayudar y ese cosquilleo me llevó a hacerlo. Tengo una hermana en Madrid que contactó con una asociación de Móstoles que está gestionando la llegada de refugiados ucranianos a España y así empezó todo», comenta un empresario y vecino de Cantalpino que ha propiciado la llegada al pueblo de una familia con seis hijos poniéndolos a salvo de la guerra que se vive en su país de origen.
«Quiero mencionar a la familia Almaraz González que ha cedido la casa en la que se va a alojar esta familia y también el apoyo de la gente que se ha volcado en la acogida y en llevar ropa, comida e incluso se va a facilitar un número de cuenta bancaria para ayudar a cubrir las necesidades que tengan durante su estancia aquí. Victorino, un albañil del pueblo, también se está encargado altruistamente de los arreglos que necesita la casa después de llevar tiempo cerrada», añade este vecino que prefiere mantener su anonimato.
«Llegaron el sábado y el primer paso ha sido hoy ir a Salamanca, a la Comisaría de Policía, para hacerles los papeles en Extranjería. Lo siguiente será que se empadronen en el pueblo para poder tramitarles la cartilla sanitaria en la Seguridad Social y también estamos ya en contacto para poder escolarizar a los niños de 4, 8,10,12,13 y 17 años. Hay una compatriota ucraniana que también está viendo cómo facilitarles el aprendizaje del español cuanto antes para su día a día porque la intención es que sean lo más independientes posible», comenta. Una de las pequeñas ucranianas tiene síndrome de Down y recibirá, también, la atención personalizada que requiera.
La intensa mañana de gestiones en la capital salmantina incluyó la visita a un conocido supermercado «para comprarles cosas básicas que no tienen, desde una esponja para el baño hasta unas zapatillas de estar por casa».
El traductor de Google se ha convertido en la herramienta más empleada para facilitar el entendimiento con la familia y en estas primeras jornadas los testimonios que traen de su país son desgarradores. «Tienen otros cuatro hijos mayores de edad que se han quedado en Ucrania, dos están como voluntarios en Kiev ayudando a la gente y otros dos les esperan en casa. Esta familia ha vivido doblemente el drama ya que tuvieron que huir primero del conflicto en la región de Donbass y se fueron a vivir a un pequeño pueblo cerca de la ciudad de Mikolaiv de donde ahora han salido para ponerse a salvo pero teniendo en la mente todo lo que han dejado allí, especialmente a sus otros dos hijos», añade el empresario cantalpinés.