Felipe del Castillo Madrid ha pasado dos tercios de su vida ligado al parque de extinción de incendios de Peñaranda, una etapa que se cierra ahora con la merecida jubilación como responsable del citado parque. Su padre sembró en él la necesidad de ayudar a los demás en este tipo de servicios, siempre complicados y en los que en multitud de ocasiones han arriesgado incluso su vida por ayudar a otros. El teléfono, siempre en el bolso y operativo, para recibir y coordinar los avisos y también para recibir el agradecimiento de numerosas personas que han vivido en primera persona la gran labor que Felipe y sus compañeros voluntarios han ejercido todos estos años.
-¿Cómo y cuándo llegó al parque de Bomberos de Peñaranda?
-Hace 47 años llegué al parque de Bomberos de Peñaranda y en él he seguido ininterrumpidamente hasta este 2025 en el que ha llegado la hora de jubilarme. En todo este tiempo, y en los últimos años como responsable del mismo, he sido testigo de la llegada de cuatro vehículos y también se consiguió la reforma total de las instalaciones (suelos, tejado, oficina, vestuarios, servicios…) a base de insistir y pedir unas condiciones dignas.
-¿Le viene de herencia, no, porque su padre también fue voluntario en este mismo parque?
-Sí. A raíz del incendio que arrasó la iglesia parroquial en el año 1971 llegaron aquí los primeros vehículos de extinción de incendios y se creó un grupo de voluntarios, entre ellos estaba mi padre, Joaquín, que fue el que me inculcó esta profesión tan bonita.
-A lo largo de todo este tiempo han sido numerosos los voluntarios que han prestado servicio en esta labor, ¿cómo ha sido la tarea de coordinar?
-La coordinación a lo largo de estos años ha funcionado muy bien, gracias también a que he tenido muy buenos compañeros en todo este tiempo y no me puedo olvidar del gran trabajo que han realizado. Quiero tener, además, un especial y emotivo recuerdo para Joaquín, Candi y Álex que, por desgracia, ya no están entre nosotros.
-La mayor parte de las salidas responden a avisos de cierta gravedad como incendios y accidentes de tráfico, ¿se llega a estar preparado, sobre todo psicológicamente, para lo que toca hacer frente?
-Somos humanos y lógicamente vivir sucesos de este tipo, sobre todo con víctimas, es algo que por supuesto requiere estar preparado psicológicamente.
-Junto a sus compañeros, los voluntarios del parque de Peñaranda han logrado salvar, además, muchas vidas en este tiempo, ¿perciben ese sentimiento de gratitud?
-Sí, se percibe la gratitud de las personas a las que ayudas y muy especialmente a las que salvas la vida. Cuando haces bien tu trabajo tienes esa satisfacción y también es muy grato por ejemplo cuando los niños visitan el parque de Bomberos o hacemos alguna exhibición en los centros escolares para acercarles la labor que realizamos y los medios que empleamos para ello.
-La nueva situación del parque peñarandino, a raíz de toda la polémica por la profesionalización que exige la ley, ¿cree que todo esto ha desvirtuado el trabajo de tantos años de los voluntarios?
-Hasta este momento el servicio ha funcionado muy bien con los voluntarios, a día de hoy con los cambios que exige la ley, el servicio en Peñaranda está mal. Si esto no se soluciona, algún día se puede preparar algo que nadie quiere, ojalá no suceda, pero el parque de Bomberos de Peñaranda necesita solución ya.
-¿Piensa que los vecinos son conscientes de esta situación a día de hoy?
-Hasta ahora, con los voluntarios que había, el tiempo de respuesta ante un aviso era de unos pocos minutos porque estaban aquí y acudían rápidamente al parque para salir de inmediato a un incendio, a un accidente, o a la emergencia que fuera. Ahora hay que esperar que vengan los bomberos profesionales del parque de Villares de la Reina y eso supone media hora larga para llegar aquí y salir.
-¿Qué va a echar de menos en el día a día al frente del parque?
-Seguro que muchas cosas, el trato con los compañeros, con la gente…pero llega la hora de jubilarse y toca vivir una nueva etapa.