La tienda de ultramarinos de José Guerras, en el popular barrio de Santa Ana en Macotera, conserva aún ese sabor a las tiendas de toda la vida en las que encontrabas desde los tomates para la ensalada hasta el detergente para la lavadora, y donde la confianza y el trato personalizado del tendero eran lo más apreciado del negocio. Junto a la entrada, una tele sobre la camilla para seguir la actualidad del día a día y dos sillas que invitan a sentarse y dar pie a las tertulias de antaño donde se hablaba de lo humano, de lo divino y de lo que fuera menester.
-¿Cuándo empezó con la tienda y cómo surgió dedicarse a esto?
-Empecé hace 37 años ya, que llevo aquí en este comercio de barrio, siempre aquí. Antes tuve un bar «El bodegón», con mi hermano, y la hostelería es un sector muy esclavo. Esta tienda la tenía mi madre, era más pequeña en esa época y yo la amplié. Durante los primeros años llevaba las dos cosas, bar y tienda, y luego ya me quedé solamente con la tienda en este barrio de Santa Ana, uno de los más emblemáticos y queridos de Macotera.
-En pocos días llegará el momento de la merecida jubilación y de echar el cierre, ¿cómo está viviendo estos días?
-Me dicen todas mis clientas ‘¿qué vamos a hacer sin ti?’ y es verdad que después de 37 años en el barrio sientes nostalgia. Cuando yo empecé había muchos comercios de todo tipo en Macotera y ahora quedarán solamente un par de ellos. En los pueblos, comercio que cierra, comercio que no se vuelve a abrir.
-Estos últimos años para los que estáis a punto de la jubilación, ¿ha costado sobrevivir?
-Sí, y mucho. Un poquito antes de la pandemia ya estaban las cosas mal, no hay gente, si ves ahora mismo aquí en el barrio apenas vive nadie. Quitando Navidad, Semana Santa y el verano, que son épocas que viene gente de fuera, el resto del año es complicado salir adelante porque el comercio rural tampoco tenemos ayudas para poder mantenerlo. Tengo que decir, alto y claro, que mi clientela siempre ha sido muy, muy buena y que durante tantos años al final se forja una relación estrecha con las personas, muchos en estas mismas sillas se sentaban conmigo a echar un «parlao» y me contaban sus cosas, he sido como un psicólogo para mucha gente de aquí.
-Ahora llega el tiempo de descansar de tantos años de trabajo, ¿qué planes tiene?
-El día 8 tengo pensado hacer aquí una pequeña fiesta para despedirme de mi clientela. Después tengo un pequeño huerto que es mi gran hobby, el huerto y el campo y también seguir haciendo fotos. Voy al campo y mi cámara va conmigo.