Juan Francisco González Olloqui, «Francis», ha decidido colgar las botas, el casco y el uniforme tras 45 años como bombero voluntario en el parque comarcal de Peñaranda. A sus espaldas y en su memoria quedan para siempre cientos de intervenciones en las que, al igual que sus compañeros, han antepuesto la vida de otros a la suya propia y han dado lo mejor de sí mismos en situaciones extremas como incendios, inundaciones, accidentes de tráfico y otros rescates. Una de sus últimas actuaciones como bombero le llevó hace unos meses a la zona devastada por la DANA en Valencia, una catástrofe que además le tocó muy de cerca ya que su hija, su yerno y su nieto viven en Paiporta, epicentro de la riada. La decisión, por supuesto, no ha sido fácil y mucho más para él que vive justo enfrente del parque y desde su casa seguirá viendo cada día las instalaciones.
-¿Qué le llevó a ser bombero voluntario?
-A raíz del último incendio ocurrido en la desaparecida fábrica de calzado de los Ruipérez y por un vecino, Paco, que fue el que nos apuntó a mi hermano y a mí. Trabajábamos los tres en una fábrica de muebles que había junto a la gasolinera un día esperando que llegaran la hora para entrar nos dijo que nos había apuntado de bomberos y hasta ahora que han pasado ya 45 años.
-A lo largo de más de cuatro décadas, ¿ha habido algún suceso que le haya marcado especialmente?
-En la vida me han marcado bastantes. Uno que me impactó mucho fue el incendio en el que perecieron unos niños en la calle San José que no era bombero aún y a raíz de eso también creo que me motivó a serlo.
-Ser bombero, y más aún voluntario, requiere ser de una «pasta» especial y más aún en una zona rural done los sucesos afectan en más de un 90 por ciento de los casos a personas que conocen.
-Por supuesto, es duro llegar a una emergencia y encontrarte a gente conocida en situaciones muy complicadas como pasó en un accidente de tráfico muy grave que ocurrió en Ventosa del Río Almar y que también me marcó porque eran pintores de Peñaranda que iban a trabajar.
-También queda la satisfacción de salvar vidas y de ayudar, ¿no?
-Sin duda, aunque en esos momentos estás concentrado en tu labor, por lo menos hablo por mí, y hay gente que luego te dice que no le habías visto o no le habías saludado pero yo voy a lo que voy, tengo toda mi atención puesta en el siniestro y lo que pueda hacer, lo hago.
-Ahora viviendo frente al parque de Bomberos seguro que lo echará de menos.
-Por supuesto que sí y me ha costado tomar la decisión de dejarlo pero ya ves tantas cosas por ahí, la situación actual no está muy bien en el parque, somos cuatro como aquel que dice, y es como una montaña y cuando cae una piedra arrastras gente. Es la pena que vas a dejar ahora el pueblo sin bomberos.
-¿Cree que en Peñaranda y en su ámbito de actuación es suficientemente reconocida la labor de los bomberos?
-Como bomberos voluntarios que somos, no hemos estado ni valorados ni reconocidos, la mitad de la gente no sabe cómo estamos ni los que somos y en la comarca nos pasa exactamente igual. Hay personas que sí nos lo han agradecido y aplaudido pero en otros casos casi no ha prendido la cerilla y cuando llegamos nos están abucheando, hay de todo.
-Ahora ya jubilado de su trabajo y retirado de bombero, ¿tiene algún sueño por cumplir en esta nueva etapa?
-Vivir la vida y soy muy manitas así que me entretengo con cualquier tarea. No me considero muy viajero salvo cuando mi mujer y yo vamos a Valencia para ver a la familia. Soy peñarandino y moriré en Peñaranda.