El santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta, patrona de Murcia, situado en la localidad de Algezares, acogió el pasado fin de semana la celebración diocesana de despedida para dar gracias a Dios por su presencia durante casi el último medio siglo de las monjas benedictinas que ahora se integrarán en el monasterio de Alba de Tormes, entre ellas varias albenses y la peñarandina sor Marta Rebollo. El obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, presidió la eucaristía en la que hubo palabras de gratitud por la labor de las religiosas durante 47 años en el mencionado santuario y también momentos de emoción por todo lo que dejan atrás, incluido el gran cariño que les han mostrado siempre los murcianos en esta dilatada etapa.
Debido a la falta de vocaciones, tras casi 50 años de presencia y testimonio de vida religiosa, la comunidad de monjas benedictinas dejará esta semana la casa junto al Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta en Algezares (Murcia). «Tenemos muchas dificultades para vivir la vida benedictina, ya que somos pocas», expresa con pesar la superiora, María del Carmen Reales. La comunidad se trasladará al monasterio de Alba de Tormes para poder seguir «unidas a la Iglesia y a la orden».
El Cabildo catedralicio murciano ha mostrado, por su parte, una «profunda tristeza ante el cierre de esta comunidad», cuya presencia junto a la Virgen de la Fuensanta ha sido «enormemente positiva para el cuidado del santuario y para todos los que se han acercado hasta allí».
Desde 1978 junto a la Virgen de la Fuensanta
La presencia de las monjas benedictinas en Algezares responde al deseo del Cabildo, cuando en 1978 se decidió fomentar la vida religiosa y la espiritualidad en torno al santuario. Desde entonces han estado al cuidado de la Virgen de la Fuensanta y, también, han participado en la liturgia durante las celebraciones. «Son muchos los que al llegar al santuario se han sentido amados», aseguran desde el Cabildo, ya que con la presencia de las benedictinas junto a la patrona de Murcia y su huerta han encontrado «el calor, la acogida y la oración de estas monjas, a quienes les han podido exponer sus problemas y necesidades o darles las gracias, siendo también testimonio de vocación a la vida religiosa, con alegría y entrega a Dios y a los hermanos».
El Cabildo agradece la labor que ha prestado esta comunidad al santuario, con el cuidado de la Virgen y el culto. «Dejan el listón muy alto; nos cuesta trabajo imaginar cómo será el santuario sin la presencia de las religiosas». Así mismo, el Cabildo pide oración por las vocaciones a la vida religiosa y por estas monjas en su nuevo destino.