La psicóloga peñarandina Arancha Bernal Jiménez, que actualmente trabaja en el Hospital de Burgos, acaba de lograr un nuevo y brillante paso en su carrera profesional al obtener un sobresaliente cum laude con su tesis doctoral «Efectos de la pandemia de Covid 19 en la salud metal de la población infantojuvenil y su evolución a largo plazo». Desde su niñez, Arancha es un ejemplo de motivación, fuerza y superación personal ya que, a pesar de convivir con una enfermedad rara que le produce una discapacidad física, ello no le ha impedido completar una trayectoria académica cuajada de excelentes resultados.
-Un nuevo paso en tu carrera profesional que acabas de lograr, ¿Cómo ha sido la preparación para el doctorado y cuál ha sido la tesis que has presentado?
-Ante todo y lo primero, gracias por dar visibilidad a la investigación en el ámbito académico que creo que, en ocasiones, queda más en un segundo plano, pero que sus resultados pueden ayudarnos mucho y contribuir mucho en el día a día y en la cotidianidad. Realizar el doctorado ha sido una experiencia muy enriquecedora pero también muy exigente. La preparación ha implicado años de estudio, de investigación, y sobre todo muchísima perseverancia, mucha constancia, momentos de estrés, de no puedo más, momentos de frenar, descansar, volver a levantarte, recuperar fuerzas, pero realmente ha merecido todo la pena. La tesis que he presentado se titula «Efectos de la efectos de la pandemia de Covid 19 en la salud mental de la población infantojuvenil y su evolución a largo plazo» y en ella queríamos analizar cuál fue el impacto real de la pandemia en la salud mental de los niños y adolescentes. Quiero remarcar que no ha sido sólo un estudio realizado a través de textos, un estudio académico, aunque sí que realizamos una revisión sistemática, un meta análisis de revisar las conclusiones de toda la literatura científica que existía en el momento de realizarla. Yo empecé la tesis doctoral como tal en 2020, cuando comenzó la pandemia, porque estaba trabajando en el hospital como residente de Psicología Clínica y allí surgió la oportunidad de empezar a analizar lo que estaban diciendo los periódicos de que iba a ocurrir una pandemia de la salud mental en, los niños y adolescentes. La pandemia comenzó antes en China y entonces allí salieron los primeros trabajos y anunciaban una catástrofe, entonces al anunciar eso, nosotros ya nos pusimos manos a la obra para poder empezar a investigar con nuestra propia muestra, que era la muestra del hospital, los niños y adolescentes del hospital. Para ello primero también tuvimos que hacer una revisión de esos estudios y sacar las conclusiones más relevantes de los estudios de China o de otros países realizados también como Canadá o Reino Unido y preparamos nosotros un protocolo de actuación para que los niños y adolescentes no se quedaran desatendidos durante el confinamiento. Trabajo en el Hospital Universitario de Burgos y ahí nos aseguramos en todo momento que no estuvieran desatendidos y pudieran seguir recibiendo sus tratamientos aunque fuera a distancia o incluso presencial si tenían que acudir de manera urgente se emitía al final un salvoconducto para que pudieran venir.
-En el momento de saber el brillante resultado, ¿Qué fue lo primero que se te vino a la cabeza?
-El momento de saber el resultado es una anécdota interesante porque la realización de una defensa de la tesis doctoral hay un protocolo muy estricto y cuando acabas de exponer, tienes que abandonar la sala, el tribunal delibera y dictamina una nota. Si tú obtienes una nota de sobresaliente puedes acceder a ese «cum laude» y tiene que ser por unanimidad. El tribunal vota de manera anónima si se obtiene el «cum laude» y ahí es cuando te lo conceden. A mí me contaron un poco mis directores de tesis cómo funcionaba ese momento y en mi caso hubo al final una pequeña confusión entre el tribunal que pensaba que al ser anónimo las votaciones del «cum laude» se decían más tarde, estuvieron revisando el protocolo y me dijeron finalmente que era sobresaliente cum laude. De todo el estrés acumulado fue un momento muy emotivo, ya rompes a llorar y rompes con todo el estrés. Te acuerdas de todas las personas que te han apoyado en este camino, por ejemplo de mi pareja que está ahí día a día, en tu familia, en amigos e incluso compañeros de trabajo que siempre han tenido una una palabra de motivación para estar contigo. También recuerdas todos los desafíos que has superado, todas las dificultades, y te sientes orgullosa porque es un logro en el que te transformas, no sólo a nivel de aprendizaje, sino también a nivel personal porque te enfrentas a tantos desafíos a lo largo de todo el doctorado, surgen tantas cosas a nivel personal, pero tú también tienes que estar centrado a nivel académico para seguir investigando y al final, también es una superación a nivel personal.
-¿Cuánto llevas trabajando en el Hospital de Burgos?, ¿nos puedes contar un poco más sobre tu trabajo allí?
-Realmente yo comencé a trabajar en el Hospital de Burgos en mayo de 2019 pero era una residente de Psicología Clínica. Yo estaba haciendo la especialidad de Psicología Clínica y son cuatro años de formación especializada donde, una vez que terminas, tienes que acceder mediante contratos o mediante oposiciones. Entonces como facultativa especialista en Psicología Clínica llevo trabajando ahora mismo un año y medio, desde mayo del 2023. He tenido la suerte de poder estar trabajando en el campo que más me interesa, que es mi pasión, y es el campo de la psicología infantojuvenil y tengo el privilegio de ser parte de un equipo espectacular, comprometido con la salud mental de los niños y adolescentes. Mi trabajo es como psicóloga en este área, y ayudamos a los niños y adolescentes en esos momentos críticos de su vida.
-Todo este esfuerzo personal y profesional lleva aparejada tu particular lucha desde la infancia con una enfermedad rara e imagino que no habrá estado exento de dificultades, ¿Qué es lo que más te ha costado?
-Vivir con una enfermedad rara es un desafío constante, siempre. Al final, lo más difícil yo creo que es aprender a gestionar tus límites físicos, tú a nivel intelectual, a nivel mental, quieres seguir y el cuerpo muchas veces no acompaña y tienes que permitirte más descansos, quizás más de los que se permiten otras personas. Tú tienes que seguir continuando cuando tu cuerpo no te acompaña y poder seguir con eso, a veces, es complicado de compaginar. Esta lucha también me ha enseñado a mí mucha capacidad de resiliencia y de superar aquello que te propones. El momento más complicado de todos para mí ha sido el momento de la defensa de la tesis doctoral porque no controlas, al final las personas que tenemos una discapacidad, sobre todo cuando es una discapacidad física que te limita en tu día a día, que tienes limitaciones en la movilidad, cuando te enfrentas a un escenario nuevo que no sabes si ese escenario va a estar adaptado, va a tener barreras arquitectónicas o no, esa incertidumbre para mí ha sido la más difícil de gestionar junto a los límites físicos de que tu cuerpo dice no puedes más ,tienes que parar y tú seguirías trabajando en esta investigación, este estudio, este artículo…principalmente eso.
-¿Cuál es tu siguiente reto profesional?
-Ahora lo primero recuperarme de éste que han sido tres años de un trabajo constante y bastante duro, pero en nuestro equipo de salud mental siempre estamos con nuevos proyectos de investigación, siempre estamos intentando ayudar más a los niños y adolescentes y a mí sobre todo una de las partes que ahora mismo más me planteó es contribuir a la formación de futuros psicólogos, de compartir mi experiencia, promover esta labor de investigación y esta práctica clínica. Como trabajo en un hospital universitario, ahora lo que más me apasiona también es acompañar a los psicólogos que están comenzando su formación como especialistas, acompañarles en este camino y guiarles igual que me han guiado a mí porque he tenido la suerte de tener un tutor excepcional que me ha podido guiar y acompañar en todo momento, y y la verdad que me gustaría que otras personas también tuvieran esa oportunidad.
-Si puedes contarnos un poco alguna conclusión de la tesis que me parece, además, muy interesante viendo en lo que lo has basado.
– En la investigación que realizamos, donde analizamos a 422 niños y adolescentes, los estuvimos evaluando y siguiendo desde que comenzó la pandemia, antes incluso que se declarara el estado de alarma. Analizábamos su salud mental para ver cómo evolucionaba hasta incluso tres años después de que finalizó, o sea que es un periodo muy largo y durante todo ese periodo estuvimos al final con ellos realizando las terapias específicas. Pudimos comprobar que estos pacientes no sólo es que no empeorarán su salud mental, no vimos ese empeoramiento que tanto se oía en las noticias, sino que incluso mejoraron en su funcionamiento de antes de la pandemia. Entonces sí que nos llevamos a plantearnos el factor protector que al final tiene ese apoyo psicológico, ese apoyo también familiar. El trabajo que hicimos mantuvimos consultas telefónicas, presenciales cuando eran casos muy urgentes, creamos un blog para que las familias pudieran acceder a él, donde colgábamos información sobre orientaciones generales para ayudarles a cómo gestionar la incertidumbre del confinamiento, cómo gestionar este problema con los niños…Los estudios previos que analizamos dictaban que había un empeoramiento muy significativo de la salud mental, que es lo que estaban publicando en los periódicos pero en nuestra muestra pudimos ver como el tener apoyos psicológico en momentos de crisis, en momentos de mucho desafío, y mucha adversidad puede ser muy positivo, puede amortiguar todo ese impacto y es que, de hecho, lo que hemos visto es que mejoraron con el apoyo. Eso ya plantea un desafío para los servicios de salud mental que puedan tener esto en cuenta y que a futuro, para futuras crisis, se promueva que todos los servicios salud mental continúen funcionando, que se mantengan los tratamientos aunque sea de manera telefónica porque hemos demostrado que ayudan y que son un buen soporte.