Poco a poco los refugiados de la guerra de Ucrania están volviendo a su país, al lugar en el que dejaron sus raíces, sus casas, sus costumbres y sus familias y amigos. La cronificación del conflicto armado les ha llevado a regresar con la esperanza de retomar una vida lo más normal posible dentro de la crueldad que conlleva siempre una guerra. En El Pedroso de la Armuña hay cuatro refugiados, en este caso de cuatro patas, que nunca volverán a su tierra y que nadie ha reclamado en los más de dos años y medio que llevan ya en España. La protectora Salamanca ASPAP fue para ellos, y lo sigue siendo, un auténtico ángel de la guarda que ha acogido a Peck, Liza, Kepry y Nero y que sigue buscando para ellos una segunda oportunidad a través de una adopción al igual que con el resto de perros y gatos que cuidan en sus instalaciones.
A finales de marzo del 20222, una asociación portuguesa, Animais Sortudos de Évora/Humanos Sortudos de Évora viajó a Ucrania con tres voluntarios para salvar perros y en una furgoneta lograron rescatar a 16 de los que uno se quedó al paso por Francia con una familia Ucraniana. Una llamada a Salamanca ASPAP abrió la puerta a la colaboración con alguno de los canes que milagrosamente habían sobrevivido a la guerra.
Fredes Barbero, responsable de Salamanca ASPAP, explicaba entonces que «son perros de todo tipo que estaban en dos refugios de Kiev que han sido bombardeados así que son, también, supervivientes de la guerra. Vivían en los refugios aunque a ciencia cierta no sabemos su procedencia exacta, si ya estaban allí, si los han recogido en la calle y los han llevado a aquel lugar o si sus dueños los dejaron en medio del horror de la guerra. Vienen muy cansados, como en shock, están aterrorizados y cualquier ruido les asusta. Son cuatro mestizos, dos hermanas que son inseparables, uno de color negrito y otro de pelo largo al que ya llamamos Oso».
Desde entonces Salamanca ASPAP ha seguido el protocolo establecido para estos casos y coordinado por el Seprona de la Guardia Civil para intentar localizar a los dueños de estos perros y agotar hasta el último intento de poder volver a reunirlos con ellos aunque no ha sido posible. Peck, Liza, Kepry y Nero se han adaptado a la vida diaria en la protectora, han mejorado a nivel físico y también anímico gracias a todos los cuidados recibidos, y juegan con sus compañeros ajenos ya a la terrible pesadilla que les tocó vivir a la espera de un adoptante al que dar todo el cariño y fidelidad que atesoran.