La Basílica del sepulcro de Santa Teresa de Jesús en Alba de Tormes acogerá el Lignum Crucis de grandes proporciones (una reliquia de la Cruz de Cristo) de la Cofradía de la Vera Cruz de Salamanca, con motivo de los 300 años que se cumplen de la entrega de este Lignum Crucis a la citada cofradía salmantina. La santa reliquia permanecerá expuesta junto al sepulcro de la Santa y se podrá venerar desde el lunes día 6 hasta el lunes día 13 por las mañanas, de 10:00 a 14:00 y por las tardes de 16:00 a 20:00 horas. Así mismo acompañará a la reliquia la bandera fundacional de la «Ilustre Cofradía de la Santa Cruz del Redentor y la Purísima Concepción de la Virgen, su Madre». Desde la Orden del Carmelo Descalzo agradecen a la Cofradía De la Vera Cruz que les hayan elegido como custodios.
La Vera Cruz es la Cofradía más antigua de Salamanca, convirtiéndose en su decana. Es una de las instituciones más importantes de Salamanca desde hace más de cinco siglos. La palabra ‘Veracruz’ procede del latín ‘Vera Cruz’, que significa ‘Verdadera Cruz’. En la religión cristiana, especialmente en el catolicismo, se refiere a la cruz en la que Jesucristo fue crucificado. La Veracruz es un símbolo sagrado que representa la redención y el sacrificio de Jesús por la humanidad según la fe cristiana. La Veracruz cristiana, también conocida como la Vera Cruz o la Verdadera Cruz, es una reliquia asociada con la crucifixión de Jesucristo. A lo largo de la historia, esta reliquia ha sido objeto de veneración y devoción por parte de los cristianos, y ha sido objeto de numerosas leyendas y relatos. Se dice que la Vera Cruz fue descubierta por Santa Elena, madre del emperador romano Constantino, en el siglo IV, durante una peregrinación a Tierra Santa. Desde entonces, ha sido objeto de culto en diversas partes del mundo cristiano, y fragmentos de la cruz original se conservan en numerosas iglesias y lugares de veneración.
Lignum Crucis Iglesia de la Vera Cruz
El significado del término Lignum Crucis es: reliquia de la Cruz de Cristo. En Salamanca el Lignum Crucis más conocido es el que se conserva en la iglesia de la Vera Cruz, que data de 1724, traído de Jerusalén por el padre guardián del convento del Calvario, el afamado predicador salmantino fray Juan de San Antonio, quien lo regaló a la Cofradía de la Santa Cruz como agradecimiento por la hospitalidad que prestaron a los religiosos con motivo del incendio sufrido por el monasterio, que se encontraba situado en el camino de La Moral.
La Cofradía de la Santa Cruz había nacido hacia 1240, cuando los Hermanos de la Penitencia y Disciplina de Cristo fundaron el Hospital de la Santa Cruz, en el campo de San Francisco. Desaparecido el Hospital, con motivo de la reducción de 1581, (al agregarse al Hospital General), la Cofradía siguió con la capilla de su propiedad, que era la de la Vera Cruz, hoy subsistente.
En 1675 la Cofradía quiso tener, en plata, la insignia de su nombre y encargó la gran Cruz procesional que hoy desfila. La construyó el platero salmantino Pedro Benítez2, sufragada por el devoto Pedro Martín y costó 12.814 reales de vellón, considerándose como una verdadera joya barroca de la orfebrería salmantina. Debió servirle de modelo el Relicario de la Vera Cruz de la iglesia del mismo nombre de Valladolid, puesto que data del primer tercio del siglo XVII y son idénticos en cuanto a su composición.
Se trata de una pieza de regusto barroco que consiste en un armazón de madera que va chapado con plata bruñida y afiligranada, de una altura aproximada de dos metros, soportada por una peana de ocho curvas avolutadas con remates de pequeñas figuras y angelotes, sobre la que se eleva un tramo piramidal y una taza con asas decorativas. Salen del larguero y del travesaño adornos de plata en forma de tallos vegetales en número de diez y remata en la parte superior con otro adorno floreado del mismo metal, al igual que los extremos del brazo en forma de boliches. En la mencionada fecha de 1724 y con motivo del regalo de la reliquia del madero de Jesús, se colocó ésta en un pequeño receptáculo que se situó en el centro de la unión de los dos brazos de la Cruz.
Se restauró en el siglo XIX efectuando la delicada operación los plateros Juan Manuel Hernández Agreda y José Cabezas, corriendo con la pintura y dorado de la peana un artista francés3. Ya en el siglo XXI, en 2008, la cruz fue sometida a una nueva restauración.
Se encuentra situado el Lignum Crucis al lado izquierdo del templo, en una alta hornacina churrigueresca que hace tiempo estuvo acristalada. Antes se veneraba en el camarín del retablo mayor, obra de Joaquín Churriguera, donde hoy recibe culto la excelente imagen de la Inmaculada Concepción, de Gregorio Fernández, tallada en 1621.
El Lignum Crucis salía, desde muy antiguo, procesionalmente el día 3 de mayo, festividad de la Invención de la Santa Cruz, en un acto organizado por la Cofradía, en el que además desfilaban la imagen de Nuestra Señora y Santa Elena, en sendos pasos4. La tradición cristiana sentenciaba: «Santa Cruz saca las fiestas a la luz» y se efectuaba en esta fecha la bendición de los campos y del agua. Ya en el siglo XIX dejó de salir Nuestra Señora y comenzó a hacerlo el Santísimo Sacramento. En 1799 dejó de salir la procesión y volvió a hacerlo de nuevo desde la ermita de la Santa Cruz en el año 1808.
El Lignum Crucis desfilaba desde muy antiguo en la Procesión General del Viernes Santo abriendo carrera, tras los ciriales, aunque en 1913 y 1914 lo hizo el Jueves Santo como experiencia para ajustar los pasos de la del Santo Entierro a los días litúrgicos, pero dejó de salir por falta de hermanos de carga. Durante los años 1956 y 1957 salió el Sábado Santo junto a la Cofradía de la Oración del Huerto.
En la procesión del Resucitado, la mañana del Domingo de Pascua, de la que ya tenemos noticias en 1616, el Lignum Crucis sustituyó, en el siglo XVIII, al diablo, obra de Antonio de Paz, del que se habla en 1679, que desfilaba atado a una cadena, como simbología del pecado y reminiscencia plástica de la lucha entre el bien y el mal. Iba en cabeza de la procesión, lo más lejos posible del Redentor, pero al mismo tiempo señalando el recorrido del cortejo, con el significado de que el Mal se repliega ante el avance del Bien. El Bien Supremo iba acompañado por el Ángel Custodio que dejó de salir en procesión en 1795.
También, dado el barroquismo de la época, desfilaban en esta procesión: ángeles, danzantes, menestriles, atambores y trompeteros, los ocho gigantes grandes y los dos chicos propiedad del Cabildo que salían de la Catedral, los cabezudos del Ayuntamiento que lo hacían desde San Isidro y la célebre «tarasca», vieja de gran joroba con pinchos y cabezota manejada desde el interior por una persona escondida y en algunos lugares cabalgada por una doncella, (en la que se personificaba el triunfo de la virtud sobre la Gran Meretriz babilónica), que también danzaban ante el Santísimo, en la procesión del Corpus, hasta que dejaron de salir en 1781 a petición del obispo don Felipe Beltrán y Casanova, en cumplimiento de la Real Cédula de 1780, prohibiendo los dragones, gomías y tarascas, por tratarse de herencia supersticiosa.
Hoy sigue saliendo el Lignum Crucis la mañana del Domingo de Resurrección, y tras haberlo hecho sobre ruedas, en la carroza del Cristo de los Doctrinos, desfila a hombros sobre andas doradas, con cuatro angelitos que portan atributos de la Pasión y completando el grupo un San Francisco de Asís en la trasera y una Inmaculada en el frontal.