II EDICIÓN PREMIOS «MUJERES QUE DEJAN HUELLA»
Rita Barrera nació en Salamanca en el año 1974 y ha vivido entre la ciudad y el campo hasta que hace dos décadas se asentó definitivamente en Villoria. Rita es diplomada en Magisterio, en las especialidades de Educación Infantil y Educación Especial, aunque sus raíces en una familia de pastores y agricultores han hecho que el sector primario sea ahora su medio de vida. Su iniciativa de una plantación de pistachos en la zona de Las Villas como un ejemplo de apuesta por el medio rural y de diversificación de la agricultura le ha merecido el premio «Mujeres que dejan huella» en la categoría «El reto de emprender».
-¿En qué momento decide emprender en agricultura y con un cultivo complicado como el pistacho?
-Surgió en un momento casi fue idea de mi marido más que mía, es una historia un poco larga. Yo provengo de una familia de pastores y agricultores y aunque me he formado en otro mundo, la tierra, el campo y el ganado siempre me han llamado mucho. Cuando Pedro, mi marido, me lo sugirió era un momento en el que teníamos dos hijos pequeños y tenía que decidir entre dejar un trabajo fijo que tenía como educadora y seguir con la crianza pero, aparte de eso, necesitaba algo más que casa y niños. Llegó un momento que se me hacía muy, muy, cuesta arriba y necesitaba algo a nivel mental que fuera una visión, un proyecto, y empezamos en este mundo de los pistachos. No sabía nada, yo conocía de un árbol lo que era raíz, tronco y hojas, pero tuve la suerte de contactar con un chico de Albacete que me ayudó muchísimo. Él tenía pistachos y, además, fue una gran persona y por ahí empecé, a leer, a preguntar, contacté con gente de Castilla y León en una asociación, con la Junta. Yo pensaba entonces que es un árbol que va a tardar mucho en dar fruto y que así tendría tiempo para formarme y así fue. En Las Villas hay alguna plantación más dedicada al pistacho, nosotros tenemos casi seis hectáreas.
-¿Cómo fueron aquellos primeros momentos de la plantación?
-El arranque de todo fue un poco ensayo-error, una auténtica odisea para buscar planta y que no te engañen. La plantación la pusimos en diciembre del 2017 y con mucho miedo a ver si agarraban, si no agarraban porque el clima de aquí también influye y el problema son las heladas tardías de abril, aún así cogimos la variedad más tardía que pudimos para evitar precisamente eso. Aún así, tenemos siempre la «espada de Damocles» en la cabeza de que un año que venga una helada fastidiada a finales de abril o principios de mayo se lo va a llevar. A día de hoy somos socios en una procesadora en la provincia de Valladolid con 60 socios más y estamos en un proyecto ahí. El pistacho hay que recogerlo y procesarlo inmediatamente porque si no hay una toxina que pudre enseguida lo que es la cáscara de fuera, hay que pelarlo porque tiene un pellejo exterior y luego lo que es la cáscara que nosotros metemos la uña para abrirlo, esa uña es natural, se abre en el árbol cuando ya está maduro no se hace ni en máquina ni de fábricas ni nada.
-¿Cuándo cogieron la primera cosecha?
-Este año tuvimos la primera cosecha y fue muy ilusionante, el producto de la primera hectárea que sembramos porque el resto tardarán muchos más años pero ya ves algo y eso te anima y te motiva a seguir.
-¿Qué tal ha sido la acogida del premio que va a recibir en Peñaranda?
-La verdad es que cuando me llamaste para comunicarle la concesión del premio yo le decía a mi marido «esto es como si te ha tocado una tele y no has comprado ninguna papeleta», no sabía por dónde me venía y a mí esto me supera bastante. Me gusta ser bastante discreta, aunque me ha tocado hablar y me toca hablar en público muchas veces por la Asociación de Pistacheros pero me superó. He estado un tiempo diciendo no lo voy a pensar que me pongo más nerviosa. Muchísima gente luego me ha felicitado por redes sociales, muchos vecinos del pueblo, también lo han publicado en la revista Besana Villoria y estoy muy agradecida, pero sigo pensando que represento a muchas otras, yo me lo he tomado por ese aspecto. No creo que yo haya hecho nada que sea súper, súper especial porque es trabajo, miles de mujeres se levantan cada día a trabajar y en peores circunstancias.
-¿Qué consejo darías a una mujer que esté pensando en emprender?
-Lo primero es que se forme, eso es fundamental y hay que «besar muchos sapos para encontrar al príncipe», pero buena información, hay gente de todo en este sector como en todos y sobre todo, formación e información y ganas. A mí me decían las primeras personas con las que contacté que no pusiera aquí la plantación de pistachos porque se iban a helar, incluso en el pueblo muchos se han reído de la iniciativa y decían «¿dónde irá ésta?, se aburrirá». Sabemos que los pueblos para unas cosas son muy buenos pero para otras pueden llegar a ser un pequeño infierno pero yo he seguido para adelante y he pasado mucho de todo eso. Creo en el trabajo discreto, constante y en la ilusión que puede tener cualquier persona.