Yo no puedo estar parado, estoy convencido de que el día en que no tenga necesidad de emprender algo, es que el cabo de vela parpadea en busca del final. Y esta mañana, mi imaginación me ha llevado muy lejos: a San Millán de la Cogolla, donde reposan las Glosas Emilianenses, obra de un monje; el lugar donde habitó el primer poeta de lengua romance, Gonzalo de Berceo y donde se alzan los muros de dos monasterios: el de Suso, de raíces románicas, y el de Yuso, renacentista, construido entre los siglos XVI y XVII, sobre el solar de otro románico desaparecido en 1067.
Pero lo que, realmente, me ha interesado de esta visita aparente, han sido dos palabrejas de origen latino: Suso y Yuso. El término “suso” despertó en mí la expresión de la misa en latín del inicio del prefacio: “Sursum corda”, arriba los corazones. El de yuso, más complicado, es también un adverbio de lugar, pero su procedencia es también latina: “ad deorsum”, que en su evolución dio Yusum, abajo.
¿Y qué me ha invitado a viajar a San Millán de la Cogolla?
Espigando en legajos antiguos, di con dos pueblos de nuestro entorno: Mancera de Suso y Mancera de Yuso. Y deduje que estos pueblos, de Ávila, uno, y salmantino, el otro, son pueblos de cuna del siglo X, y que nosotros nombramos hoy con la expresión de Mancera de Arriba y de Mancera de Abajo. Ambos, junto con Bóveda y Salmoral, pertenecieron a la provincia de Ávila hasta 1833.
Y también me animó al viaje la abundancia de ermitas, que se alzaban en nuestros pueblos, y que tengo catalogadas y, entre ellas, las de Peñaranda.
De Peñaranda, el Libro de lugares y aldeas del Obispado de Salamanca (1604/1629), hace mención de la existencia de un hospital pobre y de mala casa. El conde debe 200 ducados de unas casas que vendió y los ofrece para reparar el hospital en el edificio y en las camas, que lo ha bien menester; asimismo, dice que aquí hay una ermita de Nuestra Señora de las Viñas, adonde reside, y está fundado el convento de los frailes capuchinos de san Francisco; hay una ermita de la Cruz, muy buena, no tiene renta, sino la limosna de los hermanos de la Vera Cruz; hay una ermita de san Lázaro, está bien reparada y la repara, por devoción, Mari García, que es la que la fundó y la va confirmando en acudir a sus necesidades; hay un Humilladero de la Cruz, bueno, y otro Humilladero de san José, que hizo mi señora la Condesa y lo repara, y está muy bueno y bien enmaderado.
EUTIMIO CUESTA