El traje charro de la mujer y del hombre tiene su raigambre en el principio del siglo XVII y se enriquece, aún más, en los siglos posteriores, sobre todo, a principios del XX, cuando las hermanas de la Caridad de Macotera abren en el hospital de Santa Ana un aula de bordado del traje charro femenino. A esta aula, se apunta un número de jóvenes, casi todas, con posibles, porque el material empleado en el aprendizaje, y, el posterior enramado de las piezas era bastante costoso. Decimos que arranca en el siglo XVII, momento en que se pone de modo el estilo barroco en todas las artes, entre las que se incluye el traje de fiesta de la mujer y del hombre salmantino.
El traje charro, entre sus características, muestra la elegancia, la suntuosidad, la gracia y el garbo, mediante un terno recargado con una decoración sencilla y naturalista, extraída del entorno local, como el sol, la espiga, la vid, la alondra, los ramos de flores, urdida con hilos de oro, y rellena de abalorios, mostacillas, lentejuelas, que culmina con un deslumbrante joyero de oros, aljófares y azabaches., que refuerzan la grandiosidad y la solemnidad de la fiesta y de la ceremonia.
Y como, casi siempre, nuestra curiosidad se centra en el traje charro de la mujer, nos hemos propuesto dar su lugar de elegancia al traje charro del hombre
El agricultor y ganadero salmantinos se distinguieron, muy antaño, por su rudeza, por su indumentaria habitual y por su habla; y esta idiosincrasia peculiar llamaba la atención de visitantes, era, además, motivo de vejaciones y de chanzas por parte del mundo estudiantil y urbano.
El término charro procede de una de las lenguas prerromanas, que se hablaron en España, y que dejaron su huella indeleble, primero en el latín vulgar y, como consecuencia, en el romance castellano. El vocablo charro significa basto, tosco. El gentilicio debió nacer en el campo de Yeltes y en el Abadengo, es decir, en la antigua tierra de Ciudad Rodrigo; y de allí, se esparramó por toda la provincia, adentrándose por las tierras de Salamanca, Ledesma y Alba de Tormes.
Los autores Gala y Galache definen al charro en estos términos: “Llamamos charro al salmantino, cuyo traje consiste en gorrilla, sustituida hoy por sombrero de ala ancha y flexible,, camisón labrado que se abotona en el cuello con un botón afiligranado de oro o plata, chaleco cuadrado con dos hileras de botones cuadrados de plata, chaqueta corta aterciopelada, calzón y media de peal, zapato de correa, botín de paño (en desuso) o bota de montar y cinto o media vaca, sustituida por la faja en la zona agrícola”.
El traje era la manifestación externa más importante del charro: era su característica distintiva principal. El charro de la zona ganadera llevaba, al cinto, media vaca, ancha faja de cuero rígida y charolada, pieza protectora, especie de coraza, para protegerse de posibles cornadas en los tentaderos, herraderos o de las hembras de cría; en cambio, el charro agricultor solía llevar faja.
Charros llaman a los habitantes de la Charrería. La Charrería la configuran todas las comarcas salmantinas, menos la Sierra, el Campo de Peñaranda, La Guareña y la Ribera. Macotera no entra en la Charrería de la mano de Peñaranda, sino de la tierra de Alba, comarca a la que perteneció hasta 1833.
Desde hace mucho tiempo, charro ha ido perdiendo su acepción inicial, debido a que el hombre del campo ha cambiado, plenamente, sus formas y costumbres a mejor.
Charros de Bollullo,
charros de Mancera,
estos cuatro charros
son de Macotera.
AUTOR: EUTIMIO CUESTA