Las 23:30 horas de la noche del domingo, silencio y frío acompañan a los voluntarios de la Asociación Salmantina Protectora de Animales y Plantas (Aspap) en la espera de la furgoneta que trae a los supervivientes caninos de la guerra de Ucrania rescatados por una asociación portuguesa. «Ha sido todo muy rápido. Animais Sortudos de Évora/Humanos Sortudos de Évora viajó a Ucrania el miércoles pasado con tres personas para salvar perros, todos los que han podido y han cogido en la furgoneta, un total de 16 de los que uno se ha quedado ya a su paso por Francia con una familia Ucraniana», explica Fredes Barbero, responsable de Aspap.
«Estamos realmente contentos porque nos han comentado que por el camino han ido llamando a asociaciones con referencias completamente fiables y que trabajamos honestamente, como ellos mismos nos han dicho, porque no están dispuestos a dar a los perros a cualquiera. El domingo por la tarde, casi a última hora, recibimos su llamada por si podíamos colaborar quedándonos algún perro y dijimos que adelante», añade Fredes.
Fredes Barbero comenta, además, que «son perros de todo tipo que estaban en dos refugios de Kien que han sido bombardeados así que son, también, supervivientes de la guerra. Vivían en los refugios aunque a ciencia cierta no sabemos su procedencia exacta, si ya estaban allí, si los han recogido en la calle y los han llevado a aquel lugar o si sus dueños los dejaron en medio del horror de la guerra. Vienen muy cansados, como en shock, están aterrorizados y cualquier ruido les asusta. Son cuatro mestizos, dos hermanas que son inseparables, uno de color negrito y otro de pelo largo al que ya llamamos Oso».
El siguiente paso es ahora esperar el protocolo que el Gobierno ha establecido para estos casos y que coordina el Seprona de la Guardia Civil. «Tenemos que leerlos el chip y esperar que la asociación portuguesa nos envíe los documentos que les corresponden a cada uno de ellos. En caso de que, por ejemplo, localicemos a los dueños si están ya en algún país a salvo y quieren recuperar a sus mascotas haremos todo lo posible porque se reúna con ellos», avanza Fredes Barbero.
«Los voluntarios portugueses nos han contado que ha sido una experiencia muy dura y que la imagen del terror que se traen es la de un gato que estaba por allí mientras cargaban los perros en la furgoneta y al escuchar el ruido de una bomba se daba cabezazos contra la pared, prueba de lo que también están soportando los animales en esta guerra», señala.
Fredes Barbero hace, además, un llamamiento para que las protectoras que están colaborando en la acogida a los «animales de la guerra» puedan también recibir algún tipo de ayuda gubernamental o de otras instituciones.